Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.
Observatorio Cultural en Icod de los Vinos
Datos técnicos:
Arquitecto: Fernando Menis
Emplazamiento: Icod de los Vinos, Tenerife. España.
Programa: Cultural. Observatorio.
Estructura: Hormigón armado y acero.
Materiales: Hormigón, piedra local.
Estado: Proyecto 2006.
Promotor: Excmo. Ayuntamiento de Icod de los Vinos.
Superficie total construida: 2,017 m2.
Presupuesto: 2,420,400 euros.
Descripción: Como si de una roca que se desprende de su terreno natural se tratase, la construcción se separa de la Calle San Felipe, buscando una mejor ventilación y aprovechamiento de la luz natural, para propiciar un mayor ahorro energético y calidad de los espacios interiores. El programa se distribuye a lo largo de los distintos niveles en función de las particularidades del emplazamiento, se propone la ubicación de la biblioteca y la cafetería en el nivel superior, para garantizar el servicio a los usuarios directos y a los vecinos del barrio, y potenciar así su carácter público. El auditorio se sitúa en un nivel distinto de la zona de aulas, convirtiéndose así en una sala polivalente para el municipio, dado que esta disposición permite su funcionamiento de forma autónoma. Entendemos la separación con el muro existente como una fisura de picón, que se adapta al clima y a la geografía de Icod de los Vinos, con la materialidad y vegetación del lugar. La fisura permite además dotar al edificio de un espacio de representación intermedio, la extensión de la sala multiusos, y contribuir al control climático del edificio. Las plantas endémicas inundarán el muro de picón que reviste la grieta, descendiendo desde la calle San Felipe a través de las estrías practicadas, contenidas así en el atrio de clima controlado. Dada la sobriedad de la intervención en el muro de piedra, la fachada norte supone la oportunidad de jugar con una plasticidad más libre. Surgen así los huecos practicados a modo de arañazos, como si de un muro de plastilina se tratase.